El periodo seco que estamos sufriendo en España desde hace más de 5 años, con un déficit pluviométrico muy acusado, se ha ido traduciendo en una disminución de aportaciones que ha terminado afectando no sólo a las reservas de agua almacenadas en la totalidad de los embalses andaluces, sino también a la recarga de los acuíferos, llegando a tener efectos sobre la garantía tanto de disponibilidad de recurso hídrico para riego como para el abastecimiento en poblaciones.
En concreto, los recursos embalsados en Andalucía, donde la Junta activará en abril su tercer decreto de sequía de continuar esta situación, han sufrido una continua reducción desde el año 2014, experimentando su mínimo en 2017, el más seco desde 1965 hasta entonces, cuando terminó el año con un 36% del total de capacidad de las cuatro principales demarcaciones hidrográficas en la Comunidad (Guadalquivir, Mediterránea-Andaluza, Guadalete-Barbate y Tinto-Odiel-Piedras). Tras una ligera recuperación en 2018, los recursos embalsados han vuelto a caer año tras año terminando 2022 con un 29%, muy por debajo de los datos de aquella sequía de 2017, lo que nos da una clara visión de la dramática situación que está experimentado nuestro territorio.
Como consecuencia de esta situación, durante el pasado año se han llegado a imponer restricciones tales como las decretadas en Sevilla para el riego de zonas verdes, cortes de suministro también en Huelva, Córdoba y Málaga, y la reducción por primera vez de las dotaciones de agua para riego en Huelva y que ha sido nada menos que del 25%.
Pero la demarcación del Guadalquivir experimenta la peor situación con una cantidad de agua embalsada que no llega al 25% al terminar el pasado año, sin ni siquiera llegar a la mitad de su media en los últimos 12 años, frente a las demarcaciones andaluzas que terminaron el año un 38% de media de las tres demarcaciones. Por provincias, Córdoba, seguida de Jaén, sufre las peores consecuencias de la situación que atravesamos, terminando 2022 con una capacidad que no llega al 19% del total de los embalses cordobeses. La consecuencia de este escenario ha sido el recorte progresivo en las dotaciones por parte de la Confederación del 85% desde 2019 hasta la actualidad.
Sin embargo, cabe destacar la comarca malagueña de la Axarquía, que registra la peor situación del litoral andaluz, con el embalse de La Viñuela hoy al 11% y donde la situación es tan crítica que muchos agricultores han llegado a tener que tomar la dramática decisión de talar los árboles más viejos para salvar a los más jóvenes y ahorrar agua. Así para el sector del cultivo subtropical de la Axarquía la producción durante 2022 se ha visto reducida en un 65% y se estima que para el 2023 se reducirá en más de un 80%, dando incluso en algunos casos esta campaña por perdida.
Magtel lleva trabajando desde 2020 para contribuir a solucionar el déficit hídrico en la Axarquía mediante la aportación de recursos adicionales procedentes de una desaladora de agua de mar ubicada en Vélez-Málaga. La planta se ha diseñado de manera óptima con una capacidad de hasta 40 hm3/año y en este tiempo se han realizado los estudios y trabajos de campo necesarios que confirman su viabilidad urbanística, ambiental y técnico-económica, contando además con el apoyo de las comunidades de regantes de la zona, productores de referencia y del Ayuntamiento de Vélez-Málaga. El proyecto se encuentra en tramitación y en fase de competencia, pendiente de que la Junta de Andalucía resuelva la misma. Este proyecto se sumará a otras medidas necesarias ya en marcha, como la mejora de los tratamientos terciarios para la regeneración, la mejora de la interconexión de redes existentes y la conexión con los pozos del río Chillar, todo encaminado a garantizar el abastecimiento urbano y el riego agrícola en la Axarquía.
En Andalucía estamos en una situación de cambio climático, se puede decir más alto pero no más claro. Debemos por tanto tomar todos conciencia, compromiso y acción para mitigar los efectos y adaptarnos. Es necesario por tanto un uso eficiente de los recursos escasos, apoyarnos en la digitalización para desarrollar medidas de ahorro y desarrollar las infraestructuras hidráulicas tan necesarias. Más que nunca es fundamental la colaboración entre las administraciones, las empresas y la población en general.
El agua es vida, pero también desarrollo socioeconómico y bienestar, ya que de ella dependen sectores tan trascendentales para nuestro territorio como son la agricultura, la ganadería, la industria y el turismo.